La economía de Latinoamérica en 2025 presenta una combinación de señales positivas y retos importantes. La región sigue luchando por recuperar su dinamismo económico, afectada por choques externos, incertidumbre política y desafíos estructurales.
En este artículo desgranamos los riesgos y oportunidades para Latinoamérica en 2025, a partir de los datos comentados en un reciente episodio del podcast Economics Café de MAPFRE, uno de nuestros accionistas.
La economía latinoamericana ha comenzado 2025 con señales moderadamente positivas. El crecimiento proyectado por MAPFRE para la región es del 2,5%, impulsado en gran parte por la recuperación de Argentina, que ha experimentado una mejora significativa en comparación con el año anterior. A pesar de este crecimiento, la región sigue siendo una de las economías emergentes con menor dinamismo, lejos de su potencial máximo.
La inflación, que había sido un obstáculo importante en años anteriores, ha comenzado a ceder. Este descenso, sumado a las políticas monetarias adoptadas en países como Colombia y Brasil, ha influido positivamente en el comportamiento económico. Sin embargo, los retos fiscales persisten, limitando el espacio de acción de los gobiernos para estimular el crecimiento.
Brasil y México, las dos principales economías de la región, siguen enfrentando dificultades para recuperar el dinamismo. Ambos países se han visto afectados por diversos factores internos y externos, pero el panorama es más positivo que en años anteriores, lo que deja abierta la puerta a una recuperación gradual.
A pesar de los avances, varios factores siguen representando riesgos significativos para el crecimiento económico de la región:
Tensión en la geopolítica global
Uno de los mayores factores de incertidumbre proviene de la inestabilidad geopolítica. Las políticas comerciales y tarifarias pueden afectar las economías latinoamericanas, especialmente a México y América Central, que dependen en gran medida del intercambio comercial con su vecino del norte.
Desafíos estructurales
Los problemas estructurales, como la falta de infraestructura adecuada y la falta de integración en las cadenas comerciales globales, limitan el crecimiento potencial de la región. Además, la inestabilidad política y social y la inseguridad impactan la inversión extranjera y aumentan los costos de producción.
Fuerte endeudamiento de los países latinoamericanos
El creciente nivel de endeudamiento en la región es otro factor que pesa en el crecimiento. Los países latinoamericanos, en su mayoría, han mantenido sus tasas de interés y enfrentan dificultades para mantener la sostenibilidad fiscal, lo que impide la inversión en infraestructura y políticas de largo plazo que puedan mitigar los impactos de los choques externos.
Impactos climáticos en la economía de Latinoamérica
Las crecientes sequías y las grandes inundaciones también representan desafíos adicionales. Estos fenómenos climáticos no solo afectan la producción agrícola, sino que también incrementan los costos de infraestructura y requieren políticas de adaptación y resiliencia que aún no han sido suficientemente abordadas, con visión a largo plazo.
A pesar de los riesgos mencionados, la región tiene varias oportunidades clave para potenciar su economía en 2025. Las oportunidades para Latinoamérica en 2025 vienen principalmente de sectores como la inversión extranjera, la transición energética y la agricultura, que pueden contribuir a un crecimiento sostenido si se gestionan adecuadamente.
Una de las principales oportunidades para la región radica en la atracción de inversión extranjera, especialmente en sectores como la manufactura y la tecnología. Las cadenas de valor que se generan dentro de Latinoamérica son un terreno fértil para el crecimiento. La región tiene la posibilidad de posicionarse como un centro clave para la producción de bienes y servicios, gracias a sus recursos naturales y su proximidad a mercados importantes.
Latinoamérica es un importante actor en la producción y exportación de alimentos, y aunque los efectos del cambio climático han afectado algunos cultivos, la región aún posee un alto potencial agrícola. La capacidad de adaptarse a los cambios climáticos y mejorar la resiliencia de los sistemas de producción será crucial. Esto, combinado con el creciente interés global por los alimentos sostenibles, podría consolidar a la región como un proveedor indispensable de productos agrícolas.
Otro sector prometedor es el de la transición energética. Latinoamérica posee grandes recursos naturales para producir energías renovables. La integración de estos recursos en las cadenas de valor globales es una oportunidad de crecimiento que aún está en su etapa inicial, pero que tiene un enorme potencial.
Los gobiernos latinoamericanos deben adoptar un enfoque más proactivo y estratégico a mediano y largo plazo. Las soluciones a corto plazo no serán suficientes para enfrentar los retos estructurales que enfrenta la región. Es necesario impulsar políticas públicas que favorezcan la inversión en infraestructura, la educación y la innovación, y que promuevan la integración de Latinoamérica en el comercio global.
Además, es crucial que la región trabaje en una mayor cooperación política y económica, tanto entre los propios países de Latinoamérica, como con otros bloques económicos, para asegurar su posición en el mercado global.
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Este artículo ha sido redactado por Oriana Hernández, responsable de nuevo negocio en Solunion América Central y Caribe.